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Authors: Charlaine Harris

Muerto hasta el anochecer (35 page)

BOOK: Muerto hasta el anochecer
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Ya era bastante arriesgado sin necesidad de que algún cotilla como Rene viera a Sam en mi coche a primera hora de la mañana y sacara las conclusiones equivocadas. Y se las transmitiera a Bill.

Así que nos pusimos en camino, con Sam agazapado en el asiento trasero. Aparqué con precaución detrás del Merlotte's. Allí había una camioneta; negra, con remolinos de color rosa y celeste a ambos lados: la de Jason.

—Oh, oh —dije.

—¿Qué pasa? —la voz de Sam quedaba algo amortiguada por su postura.

—Déjame ir a echar un vistazo —le dije, empezando a sentirme nerviosa. ¿Por qué iba a aparcar Jason allí, en la zona de empleados? Y me parecía distinguir algo así como un bulto en el interior.

Abrí la puerta de mi coche, confiando en que el ruido no alertara a la figura de la camioneta. Esperé a atisbar algún movimiento, pero cuando vi que no sucedía nada comencé a atravesar la gravilla, más asustada de lo que jamás he estado a la luz del día.

Al acercarme a la ventanilla, descubrí que el bulto del interior era Jason. Estaba desplomado detrás del volante. Tenía la camisa manchada, la barbilla apoyada en el pecho, y los brazos desparramados a ambos lados del asiento. Sobre su hermoso rostro se apreciaba un largo arañazo rojo. También distinguí una cinta de vídeo sin etiquetar sobre el salpicadero de la camioneta.

—Sam —dije, odiando que mi voz revelase tanto pavor—. Ven, por favor.

Antes de lo que hubiera creído posible, Sam estaba a mi lado. Se me adelantó para abrir la puerta del conductor. Como estábamos a comienzos del verano y, aparentemente, el vehículo llevaba allí varias horas —había rocío en el capó— con las ventanillas subidas, el olor que despedía el interior era muy penetrante. Se componía al menos de tres elementos: sangre, sexo y alcohol.

—¡Llama a una ambulancia! —dije, apremiante, mientras Sam se inclinaba para tomarle el pulso a Jason. Me miró dubitativo.

—¿Estás segura de que eso es lo que quieres?

—¡Pues claro! ¡Está inconsciente!

—Espera, Sookie. Piénsalo.

Es posible que lo hubiera reconsiderado, de no haber sido porque en ese momento apareció Arlene al volante de su destartalado Ford azul. Sam suspiró y se metió en la caravana para llamar.

Era tan ingenua... Eso me pasaba por haber sido una ciudadana tan respetuosa con la ley durante todos los días de mi vida.

Acompañé a Jason al diminuto hospital local, ajena al hecho de que la policía examinaba con mucho cuidado su camioneta, y de que un coche patrulla seguía a la ambulancia; e incluso confiada cuando el médico me envió a casa asegurándome que me llamaría en cuanto Jason recobrara la consciencia. El doctor me contó, observándome con curiosidad, que parecía que Jason estaba recuperándose de los efectos del alcohol o de las drogas. Pero Jason nunca había bebido tanto antes, y no consumía drogas; la experiencia de nuestra prima Hadley nos había marcado profundamente a los dos. Le conté todo aquello al médico. Tras escucharme, me mandó a casa.

Sin saber qué pensar, fui a casa para descubrir que a Andy Bellefleur lo había despertado su busca. Me había dejado una nota avisándome, y nada más. Después, me enteré de que había llegado al hospital cuando yo todavía estaba allí, y que por consideración hacia mí había esperado a que me fuera antes de esposar a Jason a la cama.

12

Sam vino a darme la noticia alrededor de las once en punto.

—Van a arrestar a Jason en cuanto vuelva en sí, Sookie, y parece que eso ocurrirá pronto —lo que Sam no me dijo es cómo había llegado a enterarse. No le quise preguntar.

Me quedé mirándolo mientras las lágrimas se me resbalaban por las mejillas. Cualquier otro día habría pensado en lo poco favorecida que estoy cuando lloro, pero en aquel momento lo último que me importaba era mi aspecto. Se me juntaba todo. Me sentía asustada por lo que pudiera sucederle a Jason, apenada por Amy Burley, furiosa por que la policía cometiera un error tan estúpido y, además, echaba mucho de menos a Bill.

—La policía está convencida de que Amy Burley se resistió. Creen que Jason se emborrachó después de matarla.

—Gracias por avisarme, Sam —mi voz parecía venir de muy lejos—. Será mejor que ahora vayas a trabajar.

Después de que Sam comprendiera que necesitaba estar sola, llamé a información y conseguí el número de teléfono del hotel de Nueva Orleans en el que se alojaba Bill. Marqué los dígitos con la vaga sensación de estar haciendo algo que no debía, aunque no se me ocurría cómo o por qué.

—Hotel para vampiros de Nueva Orleans —anunció con gran dramatismo una voz profunda—. Su ataúd lejos de casa.

Vaya por Dios.

—Buenos días. Soy Sookie Stackhouse. Les llamo desde Bon Temps —dije educadamente—. Necesito dejar un mensaje para Bill Compton. Está alojado en su hotel.

—¿«Colmillo» o humano?

—Eh..., «colmillo».

—Un momento, por favor —volví a escuchar la profunda voz al cabo de unos instantes—. ¿Cuál es el mensaje, señorita?

Me lo tuve que pensar.

—Por favor, dígale al señor Compton que..., que mi hermano ha sido arrestado, y que le agradecería que regresara a casa en cuanto haya resuelto sus asuntos.

—Tomo nota —me llegó el sonido del garabateo—. ¿Podría repetir su nombre?

—Stackhouse. Sookie Stackhouse.

—Muy bien, señorita. Me aseguraré de que recibe su mensaje.

—Gracias.

Y ésa fue la única medida que se me ocurrió adoptar, hasta que me di cuenta de que resultaría mucho más práctico avisar a Sid Matt Lancaster. Hizo lo posible por parecer consternado al enterarse de que Jason iba a ser detenido. Me aseguró que, tan pronto como saliese del juzgado esa misma tarde, saldría disparado hacia el hospital y me informaría de lo que se enterase.

Regresé al hospital para ver si me dejaban permanecer al lado de Jason hasta que recuperara la consciencia. Solicitud denegada. No sabía si ya habría vuelto en sí, pero no querían decírmelo. Divisé a Andy Bellefleur al otro extremo del pasillo. Al verme, se giró para alejarse.

Maldito cobarde.

Me fui a casa porque no se me ocurría nada más que hacer. Recordé que, de todos modos, no me tocaba trabajar ese día. Por lo menos había algo bueno, aunque en aquellos momentos no me preocupaba demasiado. Pensé que no estaba manejando la situación tan bien como debería, que me había mantenido más serena cuando murió la abuela.

Claro que entonces no había estado tan cargada de incertidumbres. El desarrollo de los acontecimientos posteriores parecía evidente: enterraríamos a la abuela, arrestarían a su asesino y la vida seguiría adelante. Pero ahora era distinto; si la policía de verdad creía que Jason había matado a la abuela, además de a las otras mujeres, es que el mundo era un lugar tan perverso y arbitrario que yo no quería formar parte de él.

Durante aquella larguísima tarde que pasé sentada con la mirada perdida en el infinito, me di cuenta de que era ese tipo de ingenuidad la que había provocado el arresto de Jason. Si me hubiera limitado a meterlo en la caravana de Sam y limpiarlo un poco, a esconder la cinta hasta saber lo que contenía... Si, sobre todo, no hubiera llamado a la ambulancia... Eso debió de ser lo que estaba pensando Sam al mostrarse tan dubitativo. Sin embargo, la llegada de Arlene me había dejado sin opciones.

Pensé que el teléfono no pararía de sonar en cuanto la gente se enterara.

Pero nadie llamó.

No sabrían qué decir.

Sid Matt Lancaster llegó alrededor de las cuatro y media. Sin más preámbulos, me soltó:

—Lo han arrestado por asesinato en primer grado.

Cerré los ojos. Cuando volví a abrirlos, Sid me contemplaba con una expresión perspicaz en su afable rostro. Llevaba unas gafas clásicas de montura negra que agrandaban sus ojos, de un turbio castaño. Tanto sus descolgados carrillos como su afilada nariz le conferían el aspecto de un sabueso.

—¿Qué dice él? —pregunté.

—Dice que anoche estuvo con Amy —suspiré—, que se acostaron juntos y que ya había estado con ella antes. Asegura que no se habían visto en una temporada, que la última vez que estuvieron juntos Amy le había montado un numerito de celos porque él salía con otras mujeres. Se había puesto furiosa, así que a Jason le sorprendió que se le acercara anoche en el Good Times. Dice que Amy actuó de un modo extraño, como si estuviese planeando algo. Recuerda haber mantenido relaciones sexuales con ella y beber algo después, pero no se acuerda de nada más hasta que se despertó en el hospital.

—Le han tendido una trampa —dije con firmeza, consciente de que aquello sonaba a telefilme barato.

—Desde luego —la mirada de Sid Matt mostraba tanta seguridad y convencimiento como si hubiera estado en casa de Amy Burley la noche anterior.

Qué demonios, puede que así fuera.

—Oiga, Sid Matt —me incliné hacia delante obligándolo a mirarme a los ojos—. Incluso si de algún modo pudiera llegar a creerme que Jason hubiera matado a Amy, Dawn y Maudette, jamás podría aceptar la idea de que hubiera movido un solo dedo para hacerle daño a mi abuela.

—De acuerdo, entonces —Sid Matt estaba preparado para recibir mis impresiones de modo llano y directo, su actitud corporal así lo indicaba—. Señorita Sookie, supongamos sólo por un minuto que Jason tuviera algún tipo de implicación en esas muertes. En tal caso, la policía podría pensar que tal vez su amigo Bill Compton matase a su abuela, ya que se interponía entre ustedes dos.

Traté de aparentar que estaba considerando con seriedad semejante estupidez.

—Bueno, Sid Matt, a mi abuela le gustaba Bill, y estaba encantada de que saliera con él.

Hasta que consiguió devolver la cara de póquer a su expresión, los ojos del abogado reflejaron la más pura incredulidad. El no estaría nada contento de que su hija saliera con un vampiro; no podía imaginarse a ningún padre responsable que no estuviera horrorizado. Y aún podía imaginarse menos cómo iba a ser capaz de convencer a un jurado de que mi abuela había estado contenta de que yo saliera con un tipo que ni siquiera estaba vivo y que, además, me llevaba más de un siglo.

Esos eran los pensamientos de Sid Matt.

—¿Conoce a Bill? —le pregunté.

Eso lo cogió por sorpresa.

—No —admitió—. Ya sabe, señorita Sookie, no me va esto de los vampiros. En mi opinión, supone abrir una grieta en un muro que deberíamos mantener firme entre nosotros y los presuntos «portadores» del virus. Creo que Dios quería que ese muro estuviera ahí, y al menos yo mantendré la sección que me corresponde.

—El problema de eso, Sid Matt, es que yo misma fui creada con un pie a cada lado del muro —tras toda una vida dedicada a ocultar mi «don», descubrí que, si servía para ayudar a Jason, se lo restregaría a quien fuera por delante.

—Bueno —dijo Sid Matt con valentía, ajustándose las gafas sobre el puente de su afilada nariz—, estoy seguro de que el Señor no la habría afligido con este problema, del que ya he oído hablar, sin motivo. Tiene que aprender a usarlo para mayor gloria de El.

Nadie lo había planteado antes de ese modo. Era una idea sobre la que tendría que meditar cuando tuviera tiempo.

—Me temo que he hecho que nos alejemos del tema en cuestión, y sé que su tiempo es muy valioso —puse en orden mis pensamientos—. Quiero que Jason salga bajo fianza. Lo único que lo relaciona con el asesinato de Amy son pruebas circunstanciales, ¿no es así?

—Ha admitido que estuvo con la víctima justo antes del asesinato, y la cinta de vídeo, según me ha insinuado de modo bastante explícito uno de los agentes, muestra a su hermano manteniendo relaciones sexuales con la fallecida. La hora y la fecha de la cinta indican que se rodó en las horas, quizá minutos, previos al momento de su muerte.

Malditos fueran los peculiares gustos de mi hermano en la cama.

—Jason nunca bebe mucho. Olía a alcohol cuando lo encontré en su camioneta, pero creo que se limitaron a echárselo por encima. Estoy segura de que una prueba médica podrá demostrar lo que digo. Puede que Amy le metiera algún narcótico en la bebida que le preparó.

—¿Y por qué iba a hacer eso?

—Porque, como tantas otras, estaba loca por Jason, lo deseaba. Mi hermano podría salir con casi cualquier chica que le apetezca. No, en realidad eso es un eufemismo —Sid Matt pareció sorprenderse de que conociera la palabra—. Podría acostarse con casi cualquiera que le apetezca. La mayoría de los chicos lo consideraría un sueño hecho realidad —el cansancio empezaba a descender sobre mí como una espesa niebla—. Pero mire adonde lo ha llevado: ahora está en la cárcel.

—¿Cree que otro hombre ha amañado todo esto para incriminarlo?

—Eso es lo que pienso —me incliné hacia delante, tratando de persuadir a aquel escéptico abogado con la fortaleza de mi propia convicción—. Alguien que le tiene envidia, alguien que conoce su horario, que mata a estas mujeres cuando Jason ha salido del trabajo. Alguien que sabe que Jason se había acostado con todas esas chicas, y que conoce su afición a grabarlo en cinta.

—Podría ser casi cualquiera —dijo el abogado con pragmatismo.

—Sí —admití con tristeza—. Incluso si Jason hubiese tenido la delicadeza de no ir cacareando por ahí con quién pasaba la noche, a quienquiera que fuera le habría bastado con presenciar con quién salía de un bar a la hora del cierre. Si era observador, tal vez le preguntara por las cintas en una visita a su casa... —mi hermano podía ser algo inmoral, pero no me creo que hubiera mostrado aquellos vídeos a nadie más. Aun así, podía haberle contado a otros hombres que le gustaba realizar grabaciones—.Así que este hombre, sea quien sea, hizo una especie de trato con Amy, sabiendo que ella estaba loca por Jason. Puede que le dijera que iba a gastarle a Jason una broma pesada, o algo así.

—Su hermano no ha sido arrestado con anterioridad —señaló Sid Matt.

—No —aunque en un par de ocasiones había estado a punto, según sus propias palabras.

—No tiene antecedentes, es un miembro respetado de la comunidad, tiene un trabajo estable... Existe alguna posibilidad de que le permitan salir bajo fianza. Pero si huye, usted lo perderá todo.

Ni siquiera se me había ocurrido que Jason pudiera violar la libertad condicional. No sabía nada sobre fianzas ni de cómo se solicitaban, pero quería que Jason saliera de la cárcel. De alguna manera, permanecer allí hasta que se completasen los procedimientos legales previos al juicio... De algún modo, eso le haría parecer más culpable.

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