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Authors: Chuck Palahniuk

Tags: #Humor, Intriga

Monstruos invisibles (25 page)

BOOK: Monstruos invisibles
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Luego vino la morfina por vía intravenosa, las tijeras de manicura con las que me cortaron el vestido en el quirófano, las bragas, las fotos de la policía. Los pájaros se me comieron la cara. Nadie llegaría a sospechar la verdad jamás.

La verdad es que me entró el pánico poco después. Dejé que todo el mundo creyera lo que no era. El futuro no es un buen sitio para empezar a mentir y engañar otra vez. La culpa de todo esto es exclusivamente mía. Huí porque la tentación de que pudieran reconstruirme la mandíbula era demasiado grande, y tal vez querría volver a jugar al juego de ser guapa. Mi futuro me está esperando ahí fuera.

La verdad es que ser fea no es tan emocionante como puede parecer, pero puede ser una oportunidad para algo mucho mejor de lo que jamás había imaginado.

La verdad es que lo siento.

32

Volvamos a la sala de urgencias de La Paloma. A la morfina por vía intravenosa. A las tijeras de manicura del quirófano cortando el traje de Brandy. El triste pene de mi hermano está allí azul y frío, a la vista de todo el mundo. Las fotos de la policía y la hermana Katherine gritando: «¡Hagan las fotos! ¡Hagan las fotos ya! ¡Sigue perdiendo sangre!».

Pasemos a la cirugía. Pasemos al postoperatorio. Pasemos a mí, llevándome aparte a la hermana Katherine; y a la hermana Katherine, tan bajita, abrazándome con tanta fuerza por las rodillas que casi me caigo al suelo. Me mira; las dos estamos manchadas de sangre, y le pido por escrito:

por favor.

haga algo muy especial por mí. si de verdad quiere hacerme feliz.

Pasemos a Evie instalada estilo programa de testimonios bajo el calor de los focos, en Brumbach’s, contándoles a su madre y a Manus y a su marido cómo conoció a Brandy años antes que todos los demás, en un grupo de apoyo para transexuales. Diciendo que todo el mundo necesita una tragedia de vez en cuando.

Pasemos a un día cualquiera en la carretera, cuando a Manus le crecen las tetas.

Pasemos a mí arrodillada junto a la cama de mi hermano, en el hospital. Shane está tan pálido que no se sabe dónde termina la bata azul desteñida y dónde empieza su piel. Es mi hermano, flaco y pálido, con sus brazos delgados y su pecho de paloma. El pelo caoba y liso le cubre la frente; así es como lo recuerdo cuando éramos niños. Hecho de palitos y huesos de pájaro. El Shane al que había olvidado. El Shane de antes del accidente. No sé por qué lo había olvidado, pero Shane siempre había dado muestras de sufrir mucho.

Pasemos a mis padres en casa, de noche, pasando películas en la pared blanca. Las ventanas de hace veinte años perfectamente alineadas con las ventanas de hoy. La hierba con la hierba. El fantasma de Shane y el mío, muy pequeños, correteando, contentos de estar juntos.

Pasemos a las hermanas Rhea arremolinadas junto a la cama del hospital, con redecillas encima de las pelucas. Con mascarillas quirúrgicas en la cara. Llevan sus trajes verde hierba, y sus broches estilo duquesa de Windsor: leopardos que lanzan destellos de diamante y topacio. Colibríes con el cuerpo de esmeralda.

Yo solo quiero que Shane esté contento. Estoy harta de ser yo, la odiosa yo.

Dame liberación.

Estoy harta de este mundo de apariencias. De cerdos que solo parecen gordos. De familias que parecen felices.

Dame liberación.

De lo que parece generosidad. De lo que parece amor.

Flash.

No quiero seguir siendo yo. Quiero ser feliz, y quiero recuperar a Brandy Alexander. He llegado al primer punto muerto de mi vida. No tengo adónde ir, tal como soy ahora. Este es mi verdadero comienzo.

Mientras Shane duerme, las hermanas Rhea se arremolinan y lo decoran con pequeños regalos. Lo perfuman con L’Air du Temps, como si fuera un helecho.

Pendientes nuevos. Un pañuelo de Hermès en la cabeza.

Los cosméticos aparecen perfectamente alineados sobre un carrito que hay junto a la cama, y Sofonda dice:

—¡Hidratante! —Y extiende una mano, con la palma hacia arriba.

—¡Hidratante! —dice Kitty Litter, dejando el tubo de un manotazo en la palma de Sofonda.

Sofonda saca la mano y dice:

—¡Corrector!

Shane, sé que no me oyes, pero no importa porque no puedo hablar.

Con ligeros toques, Sofonda usa una esponjita para cubrir con corrector las bolsas oscuras que Shane tiene debajo de los ojos. Vivienne le pone a Shane un pequeño alfiler de diamante en la bata.

Miss Rona te ha salvado la vida, Shane. El libro que llevabas en el bolsillo de la chaqueta retuvo la bala lo suficiente para que solo explotase una teta. La herida afecta solo a la carne, a la carne y a la silicona.

Entran floristas con ramos de iris y rosas.

La silicona ha reventado, Shane. La bala la hizo estallar, y tienen que quitártela. Ahora podrás tener la talla de pecho que quieras. Las hermanas Rhea lo han dicho.

—¡Base de maquillaje! —dice Sofonda, extendiéndola junto al cuero cabelludo.

—¡Lápiz de cejas! —dice, con la frente perlada de sudor.

Kitty se lo pasa, diciendo:

—Lápiz de cejas.

—¡Sécame! —dice Sofonda.

Y Vivienne le seca la frente con una esponja.

—¡Perfilador de ojos! —dice Sofonda.

Y tengo que marcharme mientras estás dormido, Shane. Pero quiero darte algo. Quiero darte vida. Esta es mi tercera oportunidad, y no quiero desaprovecharla. Podría haber abierto la ventana de mi dormitorio. Podría haber impedido que Evie te disparase. Pero no lo hice, y ahora te ofrezco mi vida porque yo ya no la quiero.

Meto mi bolso de mano debajo de la mano de Shane, repleta de anillos. El tamaño de las manos de un hombre es lo único que un cirujano plástico no puede cambiar. Lo único que puede delatar a una chica como Brandy Alexander. No hay manera de ocultar esas manos.

Aquí está toda mi documentación, mi partida de nacimiento, mi todo. Puedes ser Shannon McFarland a partir de ahora. Mi carrera. La atención constante. Es tuya. Todo. Todos. Espero que te baste. Es lo único que me queda.

—¡Color de base! —dice Sofonda, y Vivienne le pasa el tono más claro de sombra Sueños Berenjena.

—¡Color de párpados! —dice Sofonda. Y Kitty le pasa el tono siguiente.

—¡Color de contorno! —dice Sofonda. Y Kitty le pasa el tono más oscuro.

Tú continuarás mi carrera, Shane. Lograrás que Sofonda te consiga un contrato estupendo; nada de pequeños beneficios fugaces fruto de la caridad local. Ahora eres Shannon McFarland. Llegarás a lo más alto. Dentro de un año, quiero encender la tele y verte beber una Cola-Cola light desnuda, a cámara lenta. Haz que Sofonda te consiga grandes contratos nacionales.

Hazte famosa. Conviértete en un gran experimento social para conseguir lo que no quieres. Encuentra valor en lo que nos han enseñado que no vale nada. Encuentra el bien en lo que el mundo dice que es el mal. Te doy mi vida porque quiero que el mundo entero te conozca. Quiero que el mundo entero adore lo que odia.

Descubre qué es aquello que más miedo te da, y vete a vivir allí.

—¡Rizador de pestañas! —dice Sofonda, y le riza las pestañas a Shane mientras duerme.

—¡Máscara! —dice, pintando las pestañas.

—Exquisito —dice Kitty.

Y Sofonda dice:

—Aún no hemos salido del bosque.

Shane, te doy mi vida, mi carnet de conducir, mi boletín de calificaciones, porque te pareces mucho más a mí de lo que yo recuerdo haberme parecido. Porque estoy harta de odiar y de vanagloriarme y de contarme a mí misma cuentos que nunca eran verdad, desde el principio. Estoy harta de ser siempre yo, yo, yo la primera.

Espejito, espejito.

Y, por favor, no me busques. Sé el nuevo centro de atención. Ten mucho éxito, sé hermosa y querida y todo lo que yo quería ser. Ahora estoy por encima de todo eso. Solo quiero ser invisible. A lo mejor practico la danza del vientre, cubierta con mis velos. O me hago monja y trabajo en una colonia de leprosos, donde a todo el mundo le falta alguna parte del cuerpo. O me convierto en portera de hockey, y llevo un casco. En los parques de atracciones solo contratan a mujeres para disfrazarse de personajes de dibujos animados, porque a la gente no le gusta que un extraño abrace a sus hijos. A lo mejor me convierto en un ratón de dibujos animados. O en un perro. O en un pato. No lo sé, pero estoy segura de que se me ocurrirá algo. No hay manera de escapar al destino; el destino sigue su curso. Día y noche, el futuro se te acerca sin tregua.

Acaricio la mano pálida de Shane.

Te estoy dando mi vida para demostrarme a mí misma que de verdad soy capaz de amar a alguien. Que sin recibir dinero a cambio puedo dar amor y felicidad y ternura. Ya lo ves; soy capaz de soportar los alimentos infantiles y el no poder hablar, y el no tener casa y el ser invisible, pero necesito saber que puedo amar a alguien. Completamente, totalmente, permanentemente y sin esperar recompensa alguna; que amaré a alguien solo como un acto de voluntad.

Me inclino, como si fuera a besar la cara de mi hermano.

Dejo mi bolso y toda idea de quién soy debajo de la mano de Shane. Y dejo atrás la historia de que una vez fui tan guapa que cuando entraba en un local embutida en un ceñidísimo vestido, todo el mundo se volvía a mirarme. Un montón de periodistas me hacían fotos. Y dejo atrás la idea de que esa atención valía lo que me costaba conseguirla.

Lo que necesito es una historia nueva.

Lo que las hermanas Rhea hicieron por Brandy Alexander.

Lo que Brandy está haciendo por mí.

Lo que necesito es aprender a hacer las cosas por mí misma. Escribir mi propia historia.

Dejar que mi hermano sea Shannon McFarland.

Ya no necesito esa clase de atención. Nunca más.

—¡Perfilador de labios! —dice Sofonda.

—¡Brillo!

—¡Se ha corrido! —dice.

Y Vivienne se acerca con un pañuelo de papel para limpiar la mancha azul Plumbago de la barbilla de Shane.

La hermana Katherine me trae lo que le he pedido, por favor. Son las fotos, las copias en 18
×
24 en las que aparezco con mi bata blanca. No son ni buenas ni malas, ni feas ni bonitas. Son lo que soy. La verdad. Mi futuro. La realidad normal. Y me quito los velos, la muselina y el encaje, y los dejo a los pies de Shane, para que los vea.

En este momento no los necesito, ni más tarde, ni aún más tarde, ni nunca.

Sofonda completa el maquillaje con polvos, y Shane ha desaparecido. Mi hermano, delgado y pálido, todo palitos y huesos de pájaro, todo desesperación, se ha marchado.

Las hermanas Rhea se quitan despacio las mascarillas.

—Brandy Alexander —dice Kitty—, la reina suprema.

—Una chica de máxima calidad —dice Vivienne.

—Por siempre jamás —dice Sofonda—, y con eso basta.

Completamente, totalmente, permanentemente y sin esperar nada, amo a Brandy Alexander por siempre jamás.

Y con eso basta.

Chuck Palahniuk
nació en Portland, Oregón, en 1964. Es licenciado en periodismo y ha trabajado en una empresa de fabricación de contenedores, en una cadena de montaje, y como mecánico. Escribió su primera novela,
El club de la lucha
, en tres meses; casi tan rápida fue también su conversión en un best seller que, además, terminó siendo adaptada al cine. Actualmente es autor de gran éxito cuyo nombre aparece en la lista de más vendidos en Estados Unidos muy a menudo. Otros títulos del autor son
Monstruos invisibles
,
Asfixia
,
Nana
,
Diario. Una novela
,
Error humano
,
Fantasmas, Rant. La vida de un asesino,
y
Snuff
, todas ellas publicadas por Mondadori y Debolsillo.

[*]
Juego de palabras intraducible:
loony
(chiflado) y
loon
(somormujo). (
N. de la T
.)

BOOK: Monstruos invisibles
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