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Authors: Fabio Fusaro

Tags: #Autoayuda

Mi ex novia (6 page)

BOOK: Mi ex novia
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Vamos por partes:

Yo lo que quiero es olvidarla

Sería maravilloso que pienses de esa forma. Siempre y cuando lo pienses y lo sientas de verdad. Pero en el noventa por ciento de los casos no es cierto. Es un autoengaño.

Si realmente querés olvidarla, hay una cantidad de cosas que tenes que hacer para lograrlo. En principio esas cosas son las mismas que tenes que hacer para recuperarla, pero llega un momento en que las estrategias se bifurcan porque a partir de cierto punto, de ciertas señales que ella puede dar, una cosa es lo que debemos hacer para «recuperarla» y otra diferente lo que tenemos que hacer para «olvidarla».

Por lo cual, si decimos que queremos «olvidarla» cuando lo que en realidad queremos es «recuperarla», nos vamos a equivocar a la hora de actuar en consecuencia.

Por ejemplo: si pasado un mes de la ruptura ella nos manda un e-mail diciendo: «Hace mucho que no sé nada de vos, ¿cómo estás?», y lo que queremos es olvidarla, podemos responderle: «Estoy fenómeno… salvo por unos hongos que me salieron en las bolas que pican como la puta madre, pero me estoy poniendo una cremita y ya se me está pasando. Escúchame… si te interesa mucho cómo me va puedo mandarte un reporte semanal… o mensual, pero no me estés escribiendo a cada rato porque no es agradable que encima que me pican las bolas vos me las estés rompiendo».

De esa manera lo más probable es que ella no te joda más y por otro lado te das el gusto de humillarla un poco.

Ahora imaginate que si lo que querés es recuperarla y le decís eso, vas como el Titanic hacia el iceberg.

Yo quiero vengarme

Ya lo dijo Vito Corleone en El padrino: «La venganza es un plato que sabe mejor cuando está frío».

Supongamos que así muerto como estás con ella quisieras hacerla sufrir mostrándote con otra y lo logras. Ella te ve con la otra y se va llorando.

OK. Venganza cumplida. ¿Y después?

Y después seguramente querrás verla, hablar con ella, que te suplique, que te diga que todavía te quiere y que le hace mal verte con la otra para así abrazarla, besarla y arreglarse. ¿Y la sed de venganza? ¿Dónde quedó?

Entonces vos no querías vengarte. Vos querías recuperarla.

Cuando todavía hay sentimientos, la venganza siempre queda a mitad de camino. Y la venganza cuando ella ya no nos importa no tiene sentido. ¿Para qué vas a querer vengarte de alguien que no te importa?

Yo quiero que sufra

Otro autoengaño. Vos no querés que «sufra». Vos querés que «sienta».

Lo que no te bancas es la indiferencia y entonces pensás que si ella «sufre» es porque está sintiendo algo por vos.

Por eso querés que sufra. Porque sufrir es sentir, y que ella no sienta «algo» hacia vos te mata.

Pero en ese caso otra vez estaremos apuntando mal los cañones.

Yo la quiero para tener sexo de vez en cuando y nada más

Ése es el peor de todos los autoengaños. Ésa es una forma de justificar que corremos hacia ella como unos salames ilusionados con una reconciliación cada vez que se le ocurre pasarla bien un rato con nosotros, o «testearnos» para ver si a pesar de habernos dejado nos sigue queriendo.

No jodamos. Tener sexo sale cincuenta mangos (y menos también).

Eso es menos de lo que gastas en llevarla a comer y al «telo».

Si lo que querés es tener sexo podes hacerlo sin tener que estar acariciando y besando a una mina que te dejó por otro, que probablemente siga con ese otro y que al tenerte de vez en cuando no puede ni extrañarte ni desearte un poco más.

Por lo tanto la idea no cierra.

Nadie quiere «solamente para tener sexo» a una novia que lo dejó.

Si no nos sinceramos con nosotros mismos y no ponemos en claro nuestro objetivo, vamos a estar en el medio del mar sin brújula. O peor aún, colocando las velas y girando el timón de manera equivocada, navegando hacia un puerto errado.

¡Pónete las pilas, Popeye!

Capítulo 10: El punto clave

«Ninguna mujer puede querer recuperar lo que no siente que ha perdido.»

Tu novia te dejó y sentís la necesidad de recuperarla, sí o sí.

Sentís que ésa es la única manera de seguir adelante con tu vida.

Sentís que si ella estuviera con otro… no, eso ni pensarlo. Eso no puede ser.

Sentís que nunca vas a encontrar otra como ella.

Sentís… sentís… sentís…

Pero si en lugar de «sentir» tanto «pensaras» un poco más, te darías cuenta de que:

  • Estar con ella no es la única manera de seguir adelante con tu vida, porque quieras o no el aire te va a seguir entrando y saliendo de los pulmones, el corazón —aunque de una manera tal vez un poco menos rítmica— te va a seguir latiendo, tu sangre —que a veces más que sangre parece mate cocido— va a seguir corriendo por tus venas y la vida va a seguir.
  • Que ella esté con otro, puede ser. De hecho, en el corto, mediano o largo plazo va a estar con otro. Generalmente es en el corto o como mucho en el mediano. ¿O crees que te dejó para dedicarse al reposo y la meditación?
  • Que nunca vas a encontrar otra como ella. Bueno, eso es cierto. La pregunta del millón es para qué querés encontrar otra como ella, que de un momento a otro se cagó en todo y te dejó por el primer imbécil que se le cruzó. Para qué querés encontrar otra como ella que desperdició tanta saliva en miles de «te amo», «te quiero», «sin vos me muero» y frases más largas del estilo «¿otra vez vas a jugar al fútbol con tus amigos?, ¿no fuiste la semana pasada? Lo que pasa es que vos no querés estar conmigo, vos no me querés como yo te quiero a vos… no sé qué soy yo para vos al final… bla, bla, bla».

Como podemos ver, vamos a estar en el camino correcto en la medida en que sintamos menos y pensemos más. Nuestro cerebro puede ser nuestro mejor aliado y nuestro corazón no es otra cosa que el enemigo interior. Enemigo que nos puede empujar a hacer mil macanas con tal de recuperarla.

Como ya dijimos en
Mi novia. Manual de instrucciones
, cuando estamos en esa situación lo fundamental es «desaparecer».

No está de más refrescar algunos de esos conceptos: Cuando tu novia te deja sabe que quedas destrozado. Al insistirle, rogarle, perseguirla se lo estás reafirmando. Por lo tanto le estás haciendo sentir que todavía estás a su disposición a pesar de haberte dejado, y por ese motivo no se hace ningún problema por nada y el único destruido, dolido, lastimado, sos vos.

Mientras sepa que seguís estando a sus pies y llorando tirado en tu cama, no va a sentir la necesidad de volver.

La única manera de que se deje de estupideces y que siga con vos como siempre es, por un lado, que de verdad te quiera como dice (o como decía) y, por otro lado, que tenga miedo de que te alejes de su radio de dominio, que tenga miedo de que te fijes en otra, que tenga miedo de que cuando quiera volver no pueda hacerlo, que tenga miedo de que aproveches en tu beneficio la posibilidad que ella misma te dio de estar solo.

Por lo tanto a partir de ese momento no la llames, no la busques, no le preguntes a nadie por ella, preocúpate de que nadie pueda llevarle información sobre vos.

No te muestres mal delante de amigos en común, no le mandes a decir nada, si te envía un e-mail con alguna pavada no se lo respondas, si te deja algún mensaje en el contestador tampoco.

Si te llama por teléfono, «atendela».

Esto quiero remarcarlo: si tu teléfono suena, atendelo. Como lo harías con cualquier otra persona. Si es ella tenes que transformarte en un actor. Atendela tranquilo, frío, distante y desinteresado. Como si te hubiera tocado una varita mágica que hizo que ya no sientas nada por ella. Que crea que su llamado no es nada especial para vos. Si cuando estás hablando con ella empezás a manducarte un alfajor, una galletita o un sandwich de salame y queso, mejor. Le hablas con la boca llena como si para vos en ese momento fuera más importante comer que hablar con ella.

Claro, no lo hagas todas las veces que te llama porque vas a quedar más salame que el relleno del sandwich. Éste es un golpe de efecto para hacer una sola vez.

Ejemplo de conversación:

Ella: Hola, soy María.

Vos: Sí, decime.

Ella: Nada, quería decirte que bla bla bla…

Vos: Mira, no puedo hablar ahora, justo estoy haciendo flexiones de brazos, te llamo mañana… o la semana que viene. Chau.

La conversación tiene que ser breve, jamás tiene que salir de tu boca la frase «¿cómo estás?», sólo tenes que atenderla, ver qué quiere y cortar vos primero el llamado diciendo que en ese momento no podes hablar y que en otro momento la llamarás. Y por supuesto que en otro momento no la llamarás nada.

Punto básico: desaparecer es fundamental.

Muchos lectores me han consultado sobre este punto, ya que tenían la imposibilidad de «desaparecer» porque trabajaban en la misma empresa o concurrían a la misma escuela o a la misma universidad.

La respuesta es la siguiente: cuando no se puede desaparecer «físicamente», hay que desaparecer «afectivamente».

El hecho de compartir un espacio físico con ella hasta puede ser una ventaja si sabemos manejarla con inteligencia.

Imaginemos que ella es compañera de curso. Obviamente no podes desaparecer físicamente a menos que te tomes unas pastillas para hacerte invisible. Vendrían bárbaras para tantas cosas… pero bueno… no existen. ¿Qué hacer entonces? Trátala como si fuera la gordita fea y simpática del curso a la cual no le tenes bronca pero por la que tampoco tenes ni el más mínimo interés. Esa que si faltó nadie se acuerda.

Mostrate de buen humor, nunca dolido ni enojado. Si la tratas mal le estarás demostrando que todavía te afecta. Y eso es lo que hay que evitar.

No le hables a menos que sea estrictamente necesario. Si te pregunta algo se lo contestas como se lo contestarías a la gordita. No te quedes hablando con un grupo sólo porque está ella. Nada de andar esperando a la salida para ver si «de casualidad» se pueden ir juntos. Vos te vas por tu lado, tranquilo.

Si las mujeres fueran mosquitos, la indiferencia sería el Raid.

Vas a ver que si ella realmente te quiere y vos desapareces física y afectivamente (al menos afectivamente si lo otro es imposible) va a hacer algo para acercarse.

Cometer errores en este punto siempre te aleja de tu objetivo.

Si ella te dejó es ella la que tiene que volver.

La que se va sin que la echen vuelve sin que la llamen. Y la que se va sin que la echen y no vuelve sin que la llamen, es mejor que se haya ido.

Tal vez ya te hayas mandado unas cuantas macanas en este aspecto.

OK, ahora borrón y cuenta nueva. No te tortures pensando en las cosas que hiciste mal hasta hoy. Empezá a hacerlas bien a partir de ahora. Hasta es probable que un cambio de actitud en este momento pueda crear un efecto de «contraste» con respecto a tu actitud anterior que te favorezca.

Siempre tene en cuenta que si bien ésta es una técnica para recuperarla, es la misma técnica que se debe utilizar para «recuperarte». Para seguir adelante sin ella con el orgullo intacto.

Para con el tiempo olvidarla y volver a sentirte bien.

Una misma táctica para dos objetivos diferentes.

No puede fallar.

Capítulo 11: Testeos

«Que te contacte después de un tiempo no significa que quiera volver.»

Federico había hecho todo bien. O casi bien, porque al principio de la ruptura había cometido algunos errores con su ex novia, como tratar de convencerla, ir a buscarla a la salida del laburo para «hablar», etc. Pero a partir de cierto punto se puso las pilas y «desapareció» como corresponde.

No había pasado un mes cuando un día suena el teléfono y es ella.

Que hola… que no volví a saber nada de vos… que cómo estás… que patatín que patatán.

Conclusión: Vanesa le tira onda para encontrarse, tomar un café y charlar.

Qué momento. ¡Había picado!

Seguramente lo había extrañado y se venía la tan esperada reconciliación.

El encuentro sería al otro día a las 19 en el café al que solían ir cuando estaban juntos.

Qué romántico.

El tipo se produjo a full. Se pegó un baño tipo los de club. Se lavó el pelo utilizando más cantidad de shampoo de la habitual.

Nunca usaba crema de enjuague pero esta vez agarró el acondicionador desenredante que compra su madre y comenzó a leer el dorso.

El nuevo y revolucionario Amino pro V suaviza cada hebra de tu cabello ayudando a controlar el frizz para dañe un liso sedoso.

Venía bien.

…desenreda tus cabellos dándoles libertad y movimiento…

Mmm…

Advertencia: suspenda su uso si encuentra alguna reacción desfavorable.

No, no… no era momento de innovar.

Dejó el envase donde estaba y continuó con una buena jabonada de patas.

Esa remera nueva que compró pensando «qué lástima que ella no me la ve puesta» ya estaba preparada sobre la cama al lado del único slip como la gente que le quedaba. Nunca se sabe…

Diez minutos antes de la hora fijada ya estaba haciéndose el boludo caminando por la esquina del punto de encuentro para poder hacer contacto visual antes que ella.

Y se encontraron nomás.

Ella lo saludó con cara de feliz cumpleaños y luego de los «¿cómo estás?» de rigor, empezó a contarle pelotudeces varias de su trabajo, de sus amigas, de su familia…

Pero Federico no era tonto. Sabía que si ella lo había llamado no era para contarle lo bien que le iba en el trabajo, por lo que decidió dar el puntapié inicial.

Se inclinó hacia adelante y le corrió el cabello de la cara como solía hacerlo tiempo atrás.

Ella sonrió tímidamente y bajó la mirada.

—¿Me extrañas? —tiró con carita de ganador pensando que le estaba haciendo un favor al entrar en tema.

Silencio.

Federico agarró un sobrecito de azúcar como para romper la tensión, lo sacudió y lo abrió.

—Mira, Fede… yo no quiero que te confundas —respondió por fin Vanesa.

—Yo no me confundo… la confundida eras vos…

—Sí… sí… ya sé. Y eso no cambió. Yo sólo quería saber cómo estabas… qué era de tu vida… me gustaría que podamos ser… amigos.

¡Ay, lo que puteó ese muchacho en el camino de vuelta a su casa!

No entendía nada. ¿Para qué lo había llamado? ¿Qué sentido tenía haberle propuesto encontrarse si nada había cambiado? ¿Estaba jugando con él? ¿Se había vuelto loca?

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