Read Mi ex novia Online

Authors: Fabio Fusaro

Tags: #Autoayuda

Mi ex novia (9 page)

BOOK: Mi ex novia
7.57Mb size Format: txt, pdf, ePub
ads

No son muchos casos, pero los hay.

Las cosas que puede llegar a hacer un hombre enamorado que además no tiene ni un gramo de orgullo son inimaginables.

Lucía lo había dejado. Para convencerla de volver Pancho fue desde la serenata hasta el simulacro de suicidio, pasando por las súplicas, las lágrimas y la más decadente falta de respeto por él mismo.

Pancho dice:

Estoy destrozado… hoy Lucía cumple tres meses con su nuevo novio y van a ir a celebrar a un restaurante muy bonito… y ni quiero pensar en lo que van a hacer después.

Fabio dice:

Pero… ¿y vos cómo sabes eso?

Pancho dice:

Es que ella me lo contó.

Fabio dice:

No entiendo.

Pancho dice:

Bueno… la llamé como todos los días para ver cómo estaba, para ver si recapacitaba, para tratar de convencerla, y me dijo eso.

Fabio dice:

Pancho, ¿cómo puedo hacer para que entiendas que estás equivocando el camino? Estás haciendo todo al revés y así no vas a recuperarla ni a recuperarte nunca.

Pancho dice:

Es que no puedo entender cómo, si hace dos meses éramos la pareja más feliz del mundo, hoy me hace esto.

Fabio dice:

¿Pero no me decís que con el nuevo novio está desde hace tres meses?

Pancho dice:

Tal vez mi niña se confundió. Nunca fue memoriosa para las fechas…

Fabio dice:

¡Pancho! ¿Podes dejar al menos de llamarla «mi niña»?

Pancho dice:

Además, ese hombre no es bueno para ella. Y he hablado con él y me ha dado mala impresión.

Fabio dice:

¿Cómo que hablaste con él?

Pancho dice:

La llamé la semana pasada como a las tres de la mañana. No podía dormir. Necesitaba escuchar su voz. Ella me atendió molesta y me dijo que no podía hablar en ese momento. Yo le insistí diciéndole lo mal que estaba, y me ha pasado con él.

Fabio dice:

¿Te pasó con el otro tipo? ¿¿Estaba con el otro y te pasó con él??

Pancho dice:

Sí… y él me ha dicho que no los moleste más, que yo ya no era nadie para ella y que estaban pasándosela muy bien juntos. Y que si quería ir sólo a mirar me lo permitiría.

Fabio dice:

¿Te das cuenta de hasta qué punto te estás humillando?

Pancho dice:

De lo que me doy cuenta es de que ese hombre no la respeta. ¿Cómo me va a decir delante de ella si quiero ir a mirar?

Fabio dice:

Pancho… si no te ayudas vos mismo a salir de esta situación, nadie va a poder hacerlo.

Pancho dice:

Es que no puedo evitar los recuerdos maravillosos que vienen a mi mente. No puedo olvidar su carita angelical ni su dulce voz.

Ustedes pensarán que esto es ciencia ficción. Pero no.

Esta charla existió verdaderamente.

Y tal vez en menor grado (o tal vez no) a ustedes les pase algo similar.

Los recuerdos de los lindos momentos suelen ser los que vienen a la mente más frecuentemente y nos hacen más difícil asumir que ella ya no está con nosotros.

Para este caso voy a darte otro ejemplo que te va a ayudar a ver las cosas de manera más clara.

Imaginemos que vas a la cancha a ver a tu equipo favorito.

Juega una final de campeonato contra su eterno y más odiado rival.

Tu equipo jugó maravillosamente todo el partido. Puso garra, corazón y buena técnica.

A los treinta y nueve minutos del segundo tiempo tu equipo gana tres tantos contra cero y las tribunas son una fiesta. La hinchada del equipo contrario parece una postal. ¡Qué placer!

Faltando cinco minutos se ponen tres a uno.

A los cuarenta y tres minutos tres a dos, y a los cuarenta y cinco, tres a tres.

Te querés matar y el contrario festeja de manera enloquecida.

Minuto cuarenta y ocho. Último del descuento. Penal para el contrario.

El arbitro indica que no habrá rebote.

La estrella del otro equipo está frente al balón en el punto del penal.

Tu arquero extiende los brazos.

Corta carrera.

El referí da la orden y el jugador avanza hacia la pelota casi caminando y la pica lentamente por sobre el cuerpo del arquero, quien arrojado hacia un costado alcanza a tocar el balón que se mete lentamente en el arco de manera casi burlona.

Las tribunas deliran. Las banderas rivales se agitan y los jugadores del otro equipo se abrazan preparándose para dar una vuelta olímpica en tu propio estadio. ¿Qué recuerdo vas a tener de ese partido? ¿Te vas a acordar del hermoso gol de tu equipo en el primer tiempo en aquella impecable jugada colectiva? ¿Vas a recordar el otro gol de tu equipo en un tiro libre fantástico de treinta metros? ¿Vas a tener en tu mente lo bien que la pasaste hasta los treinta y nueve minutos del segundo tiempo?

Seguramente no.

Capítulo 17: Memoria siempre encendida

«La belleza, el buen sexo y el amor suelen hacernos perder la memoria y la cabeza.»

—Pero es tan buena… —me dijo un día mi abuela, que trataba de engancharme con la vecina.

La vecina era una mezcla de orangután y araña pollito. Más fea que torturar a la madre. Además tenía aliento a morgue calefaccionada.

—Abuela… si encima fuera mala habría que sacrificarla —le respondí.

Sucede que los hombres somos muy básicos a la hora de elegir una mujer. A nosotros nos tiene que gustar y punto. Si es buena, inteligente, etc., no importa.

Si un amigo te dice «tengo una minita para presentarte», la pregunta obvia es «¿está buena?». Y digo la pregunta obvia porque un verdadero amigo jamás te diría que tiene una mina para presentarte si es un bagarto.

El problema viene cuando la belleza exterior nos impide ver la fealdad interior.

Si la mina es linda, nos metemos de cabeza obviando algunos puntos importantes a tener en cuenta para que nos vaya bien en una relación que pretende ser duradera, como por ejemplo el prontuario sexual de la chica en cuestión o los antecedentes de infidelidad.

—Che, mira que yo la conozco a esa mina y al novio anterior una vez lo cagó.

—Bueno… que en tres años que estuvo con el tipo lo haya cagado una sola vez no quiere decir que sea una atorranta.

—Sí, pero lo cagó con la hinchada de Chacarita…

«No importa, seguramente son mentiras, ella no haría una cosa así. Y si la hizo quedó en el pasado y ahora que está conmigo todo va a ser diferente porque a mí me quiere», pensamos con rapidez en un clarísimo acto de defensa.

Pareciera que si una mina es linda se transforma en irreemplazable y cualquier cosa que haga es perdonable o, peor aún, «olvidable», con tal de salvar la relación.

Durante todos los miles de años que duró la prehistoria los hombres eligieron mujeres por su juventud, porque las jóvenes eran las más fértiles para tener descendencia. Y la juventud en la prehistoria iba de la mano de la belleza. No es como ahora, que cualquier vieja de mierda va al gimnasio, se opera las tetas y le das. Antes las veteranas eran inclavables. El cerebro del hombre no ha cambiado y seguimos eligiendo a las mujeres por su aspecto exterior.

No importa si en la práctica la vida nos lleva por caminos inesperados en los que tenemos la experiencia de clavarnos un bagre de aquéllos y resulta que tuvimos mejor sexo que Calígula.

Siempre, vaya a saber por qué, vamos a preferir una diosa frígida que una fulera sexopata.

Mi amigo Gustavo estaba desesperado. Hacía dos años que estaba de novio con Lourdes y había comenzado una historieta con Mercedes, una compañera del laburo. La mina estaba divina.

Pero divina en serio por donde la miraras.

Una cara… unos ojos… un culo… unas tetas recién hechas que le habían quedado fenómeno. En fin, sin palabras.

El problema fue que Mercedes empezó a presionarlo para que dejara a su novia, y él no tenía intenciones de hacerlo, al menos en el corto plazo. La mina se puso algo pesada con el tema y Gustavo entonces prefirió cortar la relación.

La yegua empezó a volverlo loco. Lo denunció por acoso sexual en la oficina de Recursos Humanos, comenzó a llamarlo y a enviarle mensajes al celular a toda hora para intentar traerle problemas con la novia, llamaba a su casa a las cuatro de la mañana (él vivía con sus padres) simplemente para joder, hablaba con la madre y le decía: «Señora… su hijo se droga». En resumen: una loca peligrosa.

Al tiempo milagrosamente dejó de molestarlo. Se habría cansado o estaría ocupada con otro, quién sabe.

El caso es que Gustavo a los seis meses cortó con Lourdes y andaba bastante bajoneado.

Un día lo llamé y era una castañuela.

—¿Qué pasó, boludo? Yo creía que estabas hecho mierda…

—Sí… estaba, pero vos sabes cómo son estas cosas… un clavo saca otro clavo…

—¡¡Vamooo, neneeeee ¿Te enganchaste otra minita?

—Sí, bolooo… estoy recontento, estamos rebien…

—Che… ¿y de dónde es la mina? ¿Ta linda? ¿Qué edad tiene?

—Esteee… ¿te acordás de Mercedes, la mina de mi laburo?

—Sí, nabo… cómo no me voy a acordar… pero… ¿no era una loca de mierda que…?

—Nooo… nada que ver… estamos rebien… está redulce conmigo…

Una mina que está realmente buena, que de verdad nos gusta y mucho, puede llegar a convencernos de cualquier cosa. Las lindas tienen la facultad de hacernos perder la memoria.

Pobre Gustavo, los quilombos que va a tener con esa loca de mierda que hace un tiempo ya mostró la hilacha aunque él no quiera o no le convenga acordarse.

Estimado lector, no pierdas la memoria. No quieras autoconvencerte de que la mina que tenes al lado es como vos querés que sea y no como los que la conocen bien te contaron que es, o como vos con tus propios ojos viste que era. Porque si haces eso vas a tener problemas seguro.

Si te pones de novio con una avispa, tarde o temprano te va a picar.

—Hay que salir con minas feas —decía mi amigo el gordo.

—¿Porque no te cagan? —preguntaba otro.

—No, cagarte te cagan igual, pero qué te importa… si son feas.

Es obvio que el gordo lo decía en joda, ya sabemos que no vamos a dejar de lado la belleza a la hora de elegir, pero lo importante es que esta belleza que nos llena los ojos no nos bloquee el cerebro.

Tene en cuenta que vos podes tener muchas novias a lo largo de tu vida, pero que de todas ellas la mina con la que vas a terminar casándote puede que no sea ni la más linda, ni la más inteligente, ni con la que tuviste mejor sexo.

Lo más probable es que sea un buen promedio de todas esas cualidades. ¿Por qué?

Porque la belleza en una mujer es inversamente proporcional a su inteligencia, dado que los órganos que no se usan se atrofian y el cerebro es un órgano que las muy lindas no necesitan usar demasiado.

Por lo tanto, la mujer a la que vas a terminar eligiendo para compartir tu vida no debería ser ni una estúpida ni un bagarto.

Tampoco es bueno que sea la misma que te decía asquerosidades en la cama y le gustaba que le pegaras y la putearas mientras le dabas por atrás con una calabaza y a la que si le metías un paraguas te gritaba «¡abrilo!, ¡abrilo!», porque si bien la pasabas bomba, tener algo serio y duradero con ella sería como participar de la rifa de unos cuernos gigantes habiendo comprado todo el talonario.

Conclusión: si te enganchas una mina que está recontrabuena pero sabes bien que es una yegua, disfrútala hasta donde se pueda, pero con los ojos bien abiertos, la memoria encendida y sabiendo que es pan para hoy, hambre para mañana.

Capítulo 18: Preparados para todo

Las catástrofes suceden. Hay terremotos, maremotos, tsunamis, tifones, huracanes y erupciones volcánicas.

Hay zonas del planeta que son más propensas a determinadas catástrofes. En la República Argentina los terremotos no son habituales y por lo tanto, a diferencia de otras regiones de la Tierra, las construcciones no disponen de los recaudos necesarios para resistir un sismo.

En Miami, por ejemplo, tienen planes de evacuación muy bien desarrollados para evitar que los desastres provocados por los huracanes sean mayores.

Todos los edificios cuentan con extinguidores para combatir un eventual incendio.

Es raro que un edificio se incendie, pero puede pasar. Y hay que estar preparado.

Esto no significa que haya que volverse paranoico con la idea, pero sí saber que la posibilidad existe, y tener un extinguidor por piso nunca está de más.

Franco había regresado hacía una semana de su luna de miel.

Tras varios años de noviazgo por fin era «su marido».

Seis meses atrás, Marcela había comenzado a trabajar en la empresa de Carlos, el mejor amigo de Franco. Más que su mejor amigo podríamos decir que era como su hermano.

«Debo estar volviéndome loco», pensó Franco cuando una noche, durante una cena de amigos, vio entre su mujer y Carlos una actitud que mucho que digamos no le gustó. Ciertas miradas… cierto, cómo decirlo… «chichoneo».

Franco trabajaba de noche como sereno en una tienda de electrodomésticos. Se iba de la casa a las 22 y regresaba a las siete de la mañana.

Un día se le ocurrió quitarse de la cabeza esas estúpidas dudas que se le presentaban con respecto a su mujer y su mejor amigo e instaló una pequeña cámara en su habitación conectada a la video, a la cual le colocó un falso frente para que no se viera el display encendido.

Hoy tiene un video de dos horas de duración con su mujer y su amigo como protagonistas de la película porno más espectacular que se haya visto.

Lo hacían en las poses más inimaginables, se decían cosas más inimaginables que las poses, se reían, gritaban, ella le permitía todo y él le hacía cosas que Franco ni soñó con hacerle nunca. Para cualquiera, una excelente película condicionada.

Para Franco, una obra maestra del terror.

Patricio se reencontró con su ex novia. Carolina, impresionante belleza de lomo descomunal, que era además una chica sencilla, dulce y simpática, de familia humilde.

Hacía un par de semanas que ella le había pedido un tiempo alegando la clásica confusión. Patricio hizo las cosas bien. No le rogó, no le insistió. Simplemente se alejó de su vida. La estrategia dio resultado porque Carolina lo llamó por teléfono, le propuso verse para hablar y en ese encuentro le pidió volver mostrándose muy arrepentida por haber estado «confundida».

Y Patricio volvió. Salieron un par de veces pero él se mostraba algo frío. Bien, el pibe. No era cuestión de darle las cosas tan servidas.

BOOK: Mi ex novia
7.57Mb size Format: txt, pdf, ePub
ads

Other books

A Dead Man in Naples by Michael Pearce
Unnatural Causes by P. D. James
Shadow on the Highway by Deborah Swift
Righteous Obsession by Riker, Rose
Buck Naked by Vivi Anna